CUBA: BARACOA...
Fue quizá el día más especial de nuestro viaje por Cuba, o el que más recordaré, por lo emocional, por la dulzura de esos niños, por lo pequeño que te sientes en el mundo, por arrancar varias sonrisas, por darme cuenta de lo mucho que tenemos y lo poco que realmente necesitamos... fue muy duro para mí, lo pasé mal, pero a la vez estuve muy feliz.
Allí nos quedamos 2 noches. La tarde-noche que llegamos, sólo dimos un paseo por el malecón de noche, porque después de las muchas horas de coche, necesitábamos descansar bien, para aprovechar el día siguiente. Mi sensación no fue muy buena de la ciudad, porque no había nada de luz, y la vi demasiado sucia.
Por la mañana decidimos ir hacia el este de Baracoa, donde se suceden una serie de playas casi vírgenes con arrecifes y en las que viven pescadores con sus familias. Por primera vez en el viaje, en el trayecto en coche comenzó a llover. Es impresionante lo que se lia en un momento, que tormenta!!! la gente no le tiene miedo a nada, pero a mí por esas carreteras... Decidimos parar en una especie de caminito, que luego vimos que conducía a "Playa Manglitos" y aquí comenzó la historia que contaba al principio.
Nada más bajarnos del coche se nos acercaron una pareja de cubanos, nos indicaron muy amables como ir a la playa, nos ofrecieron comer en su casa, ir a visitar plantaciones de café y cacao... al principio no accedimos porque queríamos disfrutar nosotros solos de ese paisaje, pero al final de la mañana, no tuvimos más remedio...
Paseamos por la playa, nos bañamos un poquito. Había muy poca gente, pero todos pendientes de nosotros, por ser turistas, por esas zonas a lo mejor no pasaban muchos y creo que por ver a alguien tan blanquita como yo (es que voy llamando la atención!! jajajaja). En nuestro camino, se nos fueron acercando niños, hasta tener una tropa de unos 6 o 7, que se quedaron con nosotros casi toda la mañana :), simplemente observándonos, porque eran tan tímidos que era díficil sacarle una palabra. Lo poco que me contaron cuando vieron a Alberto volverse a meter en el agua es que había peces venenosos (pez gato), que se saliera lo antes posible. Y nosotros nos habíamos estado bañando tan ricamente, oiga!!! jajaja. Hubo un momento en el que empezamos a repartir lápices y bolígrafos, entonces, dos niños (que vivían en una auténtica chabola rodeada de basurilla) salen corriendo y vuelven a los dos minutos con un brazado de mangos para agradecernos todo!!! Eran para comérselos!! (esto cada vez que lo recuerdo, se me saltan las lágrimas, como alguien teniendo tan poco, te ofrece lo único que tiene).
La playa:
Más tarde nos llevaron a los campos de café y cacao, rodeados de frondosa vegetación. El recorrido fue interesante y muy curioso descubrir como es cada tipo de árbol y como elaboran el cacao, que sale de unas semillitas que se pueden chupar como caramelos, aunque el famoso chocolate sale de su desecación y tueste.
Peor recuerdo tengo de la comida. Nos invitaron a comer langosta, jugo de piña, plátano frito y arroz y cada vez que lo recuerdo, me entran ganas de vomitar, no porque estuviera mala, al contrario, sino porque de ahí salieron mis 2 o 3 días del viaje, pillé un cólico que no veas!!! Supongo que sería el zumo de piña, que le echaron agua de la zona (sin hervir), por recomendable para gente como yo, con estómagos débiles.
Salimos de allí con un montón de fruta, dos bolas de cacao puro puro (que sirvieron muchos días para postre de Alberto y ya aquí en España rayado sobre batidos o bizcochos está buenísimooooo!), y una bolsita de caracoles de colores o polimitas, un molusco endémico de Baracoa y que se encuentra en peligro de extinción (por lo que he podido leer después jeje, que conste que nos los regalaron).
La tarde fue para ver los ríos de Baracoa, el Yumurí, que forma un cañón en su desembocadura muy bonito, y el río Toa, donde muchos cubanos pasan la tarde refrescándose :).
Allí nos quedamos 2 noches. La tarde-noche que llegamos, sólo dimos un paseo por el malecón de noche, porque después de las muchas horas de coche, necesitábamos descansar bien, para aprovechar el día siguiente. Mi sensación no fue muy buena de la ciudad, porque no había nada de luz, y la vi demasiado sucia.
Por la mañana decidimos ir hacia el este de Baracoa, donde se suceden una serie de playas casi vírgenes con arrecifes y en las que viven pescadores con sus familias. Por primera vez en el viaje, en el trayecto en coche comenzó a llover. Es impresionante lo que se lia en un momento, que tormenta!!! la gente no le tiene miedo a nada, pero a mí por esas carreteras... Decidimos parar en una especie de caminito, que luego vimos que conducía a "Playa Manglitos" y aquí comenzó la historia que contaba al principio.
Nada más bajarnos del coche se nos acercaron una pareja de cubanos, nos indicaron muy amables como ir a la playa, nos ofrecieron comer en su casa, ir a visitar plantaciones de café y cacao... al principio no accedimos porque queríamos disfrutar nosotros solos de ese paisaje, pero al final de la mañana, no tuvimos más remedio...
Paseamos por la playa, nos bañamos un poquito. Había muy poca gente, pero todos pendientes de nosotros, por ser turistas, por esas zonas a lo mejor no pasaban muchos y creo que por ver a alguien tan blanquita como yo (es que voy llamando la atención!! jajajaja). En nuestro camino, se nos fueron acercando niños, hasta tener una tropa de unos 6 o 7, que se quedaron con nosotros casi toda la mañana :), simplemente observándonos, porque eran tan tímidos que era díficil sacarle una palabra. Lo poco que me contaron cuando vieron a Alberto volverse a meter en el agua es que había peces venenosos (pez gato), que se saliera lo antes posible. Y nosotros nos habíamos estado bañando tan ricamente, oiga!!! jajaja. Hubo un momento en el que empezamos a repartir lápices y bolígrafos, entonces, dos niños (que vivían en una auténtica chabola rodeada de basurilla) salen corriendo y vuelven a los dos minutos con un brazado de mangos para agradecernos todo!!! Eran para comérselos!! (esto cada vez que lo recuerdo, se me saltan las lágrimas, como alguien teniendo tan poco, te ofrece lo único que tiene).
La playa:
Más tarde nos llevaron a los campos de café y cacao, rodeados de frondosa vegetación. El recorrido fue interesante y muy curioso descubrir como es cada tipo de árbol y como elaboran el cacao, que sale de unas semillitas que se pueden chupar como caramelos, aunque el famoso chocolate sale de su desecación y tueste.
Peor recuerdo tengo de la comida. Nos invitaron a comer langosta, jugo de piña, plátano frito y arroz y cada vez que lo recuerdo, me entran ganas de vomitar, no porque estuviera mala, al contrario, sino porque de ahí salieron mis 2 o 3 días del viaje, pillé un cólico que no veas!!! Supongo que sería el zumo de piña, que le echaron agua de la zona (sin hervir), por recomendable para gente como yo, con estómagos débiles.
Salimos de allí con un montón de fruta, dos bolas de cacao puro puro (que sirvieron muchos días para postre de Alberto y ya aquí en España rayado sobre batidos o bizcochos está buenísimooooo!), y una bolsita de caracoles de colores o polimitas, un molusco endémico de Baracoa y que se encuentra en peligro de extinción (por lo que he podido leer después jeje, que conste que nos los regalaron).
La tarde fue para ver los ríos de Baracoa, el Yumurí, que forma un cañón en su desembocadura muy bonito, y el río Toa, donde muchos cubanos pasan la tarde refrescándose :).