ALGO MÁS QUE UNA HISTORIA

Después de muchos días sin actualizar, ya tocaba escribir...

He decidido hacer un ciclo de historias de Granada y sus rincones, junto con fotos antiguas de como era la ciudad hace muchos años (final del siglo XIX y hasta casi mediados del siglo XX). Intentaré hacer una comparación con imágenes de la actualidad, para ver como ha cambiado todo. He estado viendo un montón de imágenes y casi me he emocionado! jejeje.

Comenzamos:

Cuentan que la fruta del granado se convirtió en símbolo de Granada, y le dió su nombre, por la semejanza de la palabra que usaban los musulmanes para referirse a esta ciudad, Garnata, de significado no muy claro, y que fue traducida por los españoles como Granata (Granada).

Granada es una ciudad construida sobre cuatro colinas: San Cristóbal y San Miguel, ambos creando el Albayzín, la sabika, que acoge la Alhambra, y el Mauror, en cuyas laderas se encuentra el Realejo. Además, está moldeada por la acción del agua de los ríos Beiro, Genil y Darro que acaban abrazándose en la Vega.

Aquí tenéis el Genil, en la unión con el Darro, con el puente, que aún existe sin muchos cambios en su estructura, aunque si en sus alrededores...

Una de las grandes zonas de la ciudad es sin duda el Albayzín. En ella se asentaron las primeras comunidades íberas y romanas, atraídas por la garantía de defensa de esta zona frente a los enemigos. En este barrio vivieron, posteriormente los visigodos y a él volvieron, finalmente, los árabes tras su corta estancia en Sierra Elvira, para crear en este cerro una de las civilizaciones más avanzadas de la época.

Cuenta la leyenda que en el Albayzín surgió el primer aguador granaíno.
"Existía un mancebo, robusto y decidor, fiestero y agraciado, por quién se despepitaban todas las muchachas casaderas, le ponían como falta los padres de éstas, muy mirados y concienzudos antaño, que no tenía oficio, y por tanto, mal podía mantener sus obligaciones.
Nuestro hombre, que era listo, y sobre todo se había enamorado como Dios manda, de cierta tejedora de cintas de San Cecilio, cansado de los peros que le ponía a su manera de vivir, y no queriendo dilatar su dicha con un aprendizaje, ideó uno nuevo; y adquiriendo un borriquillo avispado, cuatro cántaros vidriados y un aparejo de borlas, salió de madrugada a la Fuente del Avellano, vendió por el día transparentes vasos el agradable líquido y por la noche se presentó en casa del futuro suegro diciendo muy placentero:

_ Tío José, ya puede usted concederme la mano de Mariquita: ya tengo oficio.

¡Y en verdad no se necesitaban ni muchos años ni fatigas para aprenderlo! Tal afirman, la verdad en su lugar, que es el origan del aguador granadino..."